Imagina Arantza Hotela,
Imagina l’Eau d’Issey
Imagina un hotel donde impera el lujo de no necesitar hacer nada… pero poder hacer lo que quieras. Un hotel que nace de una historia de amor y que es una historia de amor en sí mismo. Ese lugar existe…
Desde el pueblo de Arantza, en la comarca navarra de las Cinco Villas, 5 kilómetros me separan de mi destino por una carretera que se adentra en el bosque y que ya es un preludio del baño de naturaleza, desconexión y exclusividad que me aguarda. Cuando llego, Alberto, anfitrión de Arantza Hotela me espera para recibirme como hace con cada huésped, con la calidez de quien recibe a un amigo más que a un cliente. Y aquí es donde comienzo a apreciar esa historia de amor de donde nace el hotel: amor por la naturaleza, y amor por los huéspedes… y es que sin ninguno de ellos este proyecto sería posible.
Mientras tomamos una copa de vino, Alberto me explica la historia del hotel y las instalaciones de las que puedo disfrutar durante mi estancia. También me explica orgulloso que acaban de recibir la etiqueta Ecolabel, convirtiéndose así en el primer hotel 5 estrellas, no sólo de Navarra sino de toda España, que recibe esta certificación que reconoce el esfuerzo, la innovación, el respeto y el compromiso con el turismo sostenible y la economía circular. Creo sinceramente, que voy a vivir una experiencia difícil de olvidar.
Arantza Hotela cuenta con 12 habitaciones que, según me avanzó Alberto, han sido concebidas para vivirlas y cada una de ellas es una etapa de esa historia de amor. ¡Cuánta razón tiene! Cuando llego a la mía me sorprende su amplitud, su luminosidad y la sensación de sentirme vinculada con la naturaleza que me rodea y que se cuela por los grandes ventanales. Llama la atención su mobiliario, diseñado en exclusiva para el hotel por el artista José Pablo Arriaga, que convierte a cada habitación en el sitio idóneo para el reencuentro y se refleja en cada detalle como en las mesas, armarios, o en los lavabos de raíz de olmo del baño que, según me cuentan, son árboles que crecen en la rivera de los ríos y tienen una protección natural al agua.
Tras instalarme, no me resisto a probar la gran bañera que preside la habitación, igual que no me resisto a sentir en mi piel unas gotas de L’Eau d’Issey, la fragancia de Issey Miyake que es toda una oda a una naturaleza, al agua, a las flores… y es que es imposible resistirse a disfrutar del lujo de las pequeñas cosas.
La tarde pasa volando y tras disfrutar en la Sala de Catas de algunos de los mejores vinos del terruño, llega la hora de cenar en su Restaurante Gourmet “4 tenedores”, otro lujo, en este caso para todos los sentidos, porque ya no sólo se trata de una carta en la que los productos Kilómetro 0, frescos y de temporada son los protagonistas, sino también por las espectaculares vistas que acompañan a cada espacio de este Art Hotel, sus muebles que son una auténtica obra de arte, y por su increíble bodega. La cena no defrauda, y podemos disfrutar de los platos que prepara el chef en los que se aprecia el amor por las cosas bien hechas y, ante todo, productos locales de la mejor calidad.
Con tantas emociones, y tras un largo día, caigo en los brazos de Morfeo. Sin duda, dormir en una cama considerada entre las mejores del mundo, arropada por el silencio que nos envuelve y la luz de las estrellas que se cuela por el ventanal es una experiencia difícilmente repetible y que creo que nunca podré olvidar.
Amanece y recuerdo la recomendación de Alberto de dedicarle al desayuno el tiempo que merece, y que he de reconocer que se hace corto mientras disfruto de un desayuno con una gran variedad de productos procedentes de hasta 14 proveedores locales diferentes. Una delicia.
El resto de la mañana lo paso en el spa privado que en el hotel reservan en exclusiva para la pareja y que se convierte en una prolongación de la habitación. El ventanal me devuelve a la naturaleza, y me dejo mecer en el agua mientras pienso que no quiero que se acabe… pero llega el momento de despedirme de este increíble hotel y volver a casa.
De vuelta, recuerdo cada momento pasado en Arantza Hotela y el vínculo creado con la naturaleza, un vínculo que se hace más fuerte cada vez que L'Eau d'Issey de Issey Miyake Parfums vuelve a tocar mi piel.