AROMA A LAVANDA /
Yolanda quedó firme ante la puerta, expectante, esperando que Juan Carlos por fin accediera. Ella mantenía los ojos cerrados mientras se deleitaba con la fragancia de la lavanda, junto al jazmín y las rosas. Unos segundos interminables le permitieron volver a ese lugar donde ella se recreaba, a una juventud repleta de buenos recuerdos. Podía recordar a su tía, amasando la harina de un pan y unos bizcochos que aún le saben a gloria. A su suegra haciendo membrillo y como no, recoger fruta con su madre para hacer deliciosas mermeladas. Sus pasos volaron a veranos repletos de risas y aventuras en bici entre callejuelas empedradas y campos infinitos; o a inviernos de chimenea y juegos. El crujido de la madera le devolvió al presente. Sus ojos se abrieron a la vez que una mano firme le acompañaba a la nueva Casa rural Lavanda que tanto deseaba.