DE DIOSES, HUMANOS Y UN PARAÍSO FORTUITO /
Sobre el escenario, una bella casa con un fondo de suaves montañas salpicadas de vegetación no muy frondosa. Entran en escena Sofía e Íñigo, propietarios del hotel. Ella, sonriente pero con el semblante cansado. Él, con ropa de campo y botas, cargando una cesta por la que asoma algunos troncos junto a un manojo de plantas aromáticas. La escena se desarrolla en el salón principal. Ha comenzado a oscurecer y Sofía se apresura a encender las luces del salón, mientras que Iñigo acomoda parte de la leña en la chimenea principal. El atardecer está llamando a la puerta y con él las parejas que buscan un refugio cerca de Madrid. Se miran, se sonríen y a la vez dejan caer sus cuerpos sobre los sillones junto a la gran cristalera. Rien, cada vez más fuerte. Él la mira y entre golpes de aire le susurra: “¿Realmente valió la pena?” … ella le coge la mano…. “No te imaginas cuanto..”.
El silencio en el patio de butacas se interrumpe por el pensamiento de muchas parejas que se preguntan si ese lugar es ficción o realidad. Sienten unas ganas incontrolables de preguntar.